martes, 17 de diciembre de 2013

Bohemio

Poco orgullo, tres paradas y dos tiempos. El que tienes por bandera y el que te preocupa. ¿El orgullo? Mareante la vuelta al imperfecto, al olvidado, al impreciso enamorado. ¿Pero es siempre asi? No, a veces sonríe, y cuando eso pasa, es peor, casi siempre es peor. Si sonríe y es guapa, malo. Si sonríe y es fea, peor. Pero si no sonríe, siempre te puedes olvidar y pasar de largo. Leo una cita de un autor modernete 

"Bendito el descanso que en la calma reposa. 
Bendito el pasar de las nubes, en prosa."

Un pareado para abrir boca, una ensalada para beber comiendo, agua claro, que la palabra bañador descubre vergüenzas con más acierto que Colombo. ¿Agua clara por la noche?, ¿o es oscura?, no importa, la noche también es turbia,o al menos opaca. Y deslizo el desliz a ver si así San Culpable no aflige mi memoria y mi esperanza. Negro es el mar a las cinco, a las diez ya ni te cuento, lleno de sal ¿y qué? contento. 

-Pero no puede ser, no puedes estar contento si estás lleno de sal, le dice el tábano que espera a su víctima bajo la toalla.

EL mar mira al tábano y lanza un -¿hola? en forma de sonrisa, 

-sí, si puede ser, de hecho es. No soy tópico- le responde, y añade -ni redundante, soy el Mar, tengo nombre... Mar, ¿y tú? 

-Yo soy tábano.

-Me parece muy idealista tu nombre- dice el Mar casi melancólico

El tábano no lo entiende y se aflige, se levanta y con sus alas hinchadas por el aire caliente decide volar alrededor de la sombrilla, se eleva, zumba, se posa, salta, mira, reflexiona, salta, se eleva y se vuelve a posar. De repente una nube aparece en escena. Gris oscura, casi morada, mullida, con forma de almohada. 

El tábano la mira y el Mar la siente.

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