martes, 17 de diciembre de 2013
Optimus Prime Versus Chaplin
Desplazo los astros hacia la nada, y al mismo tiempo desmitifico los ídolos que algún día fueron cercanos y casi reales y entiendo al fin que lo verdadero es lo circunstancial. Un instante después repaso las lecturas de mi subconsciente que me envía recordatorios en forma de "¿y esto cómo era?". La sencillez de mis sobrinos me abruma y a veces me sorprende, cuando su sinceridad me recuerda que el mensaje puede ser puro y no por ello obvio. Y qué decir de esa presencia, que me acompaña cada vez que en el coche me sorprendo mirando al atardecer, aun miro el atardecer y dejo que la emoción me acompañe, disparo inconsciente de mi subconsciente y mi memoria al mismo tiempo... Y ¿qué fue de aquello a lo que daba tanta importancia hace apenas dos meses? ¿Y ahora? ¿hacemos otra BARBACOA? Evidenciamos la decadencia con elegancia, eso es cierto, pero a veces, sólo a veces, echamos de menos que de la tarta salga una cheerleader completamente desnuda y que una banda sonora acompañe el momento. Así que nos vamos a ver a Optimus Prime resucitar por enésima vez y convertirse en un héroe que, aunque venga de lejos y sea una chatarra acoplable, tiene pinta de norteamericano en Afganistan... Pero claro, eso es obvio y nos cansa, pero se me ocurre pensar en qué ocurriría si eso lo dijera un niño. ¿Querría ser él un héroe americano? O sencillamente un robot mega brutal capaz de comer una tonelada de chuches. Más o menos lo que nosotros queremos hacer con la cerveza y los combinados de importación... Así que, aún a riesgo de destapar a Peter Pan y contarle el cuento del mundo que le etiquetó en forma de complejo, voy a ponerme serio. ¿Cómo nos tragamos tanta bazofia cerebral sin vomitar exabruptos y enérgicas protestas? No sé, me parece misterioso, digamos que somos como wall-e "gran película" y consolémonos esperando que esta vez, el que resucite sea Chaplin.
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