martes, 17 de diciembre de 2013

Me acuso de parecer pedante

Me acuso de temerte, y casi de escucharte. De magnificarte y de querer comprenderte, me acuso de ignorarte y de sentirte viva/o e inherte. Me acuso de acusarte y de ser redundante, me acuso de escribir esta nota y de parecer pedante. Me acuso de provocar la risa hilarante. Me acuso de traición a toda causa, por mucho que pueda parecer sacra o irrelevante. Me acuso de sonrojarte, a propósito, sin desdén, y sobre todo de excitarte. Me acuso de ser y de tener por objetivo trascender. Me acuso de agobiarme. Me acuso de no estar a la altura y también de estar sobradamente por encima del listón, y de los listillos. Me acuso de subestimarte y de sobreestimarte, de ceder a tus ruegos y de pretender olvidarte. Me acuso de mí, y me acuso a causa de mi moral, dirigida e ingratamente aprehendida. Me acuso de feliz, de infeliz, de ingrávido y de malabarista sentimental, de aperturista, de oportunista y de Peter Pan. Me acuso de querer navegar por el mar sin pensar ni hacer otra cosa que respirar. Me acuso de no respirar antes de hablar, me acuso de conocerme y de justificarme. Me acuso de artista y de encajonarme, de icono viviente y de pretencioso altivo ignorante. Me acuso, en fin, de acusarme. Me acuso, (acúsate de 5 cosas y mándaselo al menos a 5 amigos para que los ángeles negros de Machín te den cuatro dias de suerte y unos segundos de duda, si no, estás perdido porque el espíritu de los montes cárpatos podrá ser malvado con tu acusación no realizada y multarte severamente) Me acuso de blasfemar. Me acuso de comunicarme...

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