martes, 17 de diciembre de 2013

Las curvas de mi creatividad - Musas y duendes

Sí, no tengo remedio. No es que lo pretenda, pero es que ya no sé vivir de otra manera. 

Cada trazo de tu cuerpo, cada curva de tu piel, tersa y firme, abre entre tu alma y la mía un eterno fluir de futuros que no existen, aún por construir. Y me refugio en tu mirada, salvando mi vergúenza, la de mí mismo, la de mi ser. No es tu ser lo que anhelo, es tu compañía, tu entrega consciente, tu salvajismo exacervado y sincero, tu todo. Así me desplazo regalando ondas de mi mismo al universo, abriendo canales, vías y haciéndote mía sin hacerte, teniéndote sin tocarte, y amándote aún sin saberte. Es tan fácil definir, tan audaz prevenir y tan necio planear que me doy al vaivén corporal, físico, etéreo. La paciencia como un reto, la constancia una medalla. Que repito, me frustro, que varío, me censuro y te vuelvo a buscar entre mis sábanas, dulce mar de mil sueños, feliz regazo de la infancia olvidada ya, y enemigas de lo ordinario. Si te encuentro corro a olvidarte, si no, ¡ay si no!, busco al culpable. Bebo, río, como, pienso y me acuerdo de descansar cuando mi cuerpo me recuerda que está ahí, pero lo olvido en el nombre de Escocia, y de todas las musas que me agrandan el ego al mirarme esperando lo que no se ya dar, mi yo. 

Algunos somos las hormigas, otros somos las cigarras, pero todos somos censurables.

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