Después de depurar la sonrisa y encontrar la glosa precisa encuentro el puesto de la soledad que siempre acompaña al viajero y lo bautizo como "todos vosotros", a partir de ahí viene el resto.
"Dos días" que son cuatro llevo aquí, redescubriendo mi propio idioma y divirtiéndome silenciosamente cuando me hablan de "mi acento". Y sí, debo de tener acento, y además no se si mantenerlo o dejarlo que mute hacia una nueva tonalidad musical que me hará ganar un registro y seguramente, perder un escalón en mi acercamiento hacia el añorado sillón de la RAE, donde por cierto, por fin podría sentar mis posaderas sin sentir que esta vida mía fue tan inútil como la inversión en acero del astillero del Titanic. Pero a pesar de vuestra continua compañía virtual, que en realidad se hace soledad a veces, me queda divertirme imaginando a este conjunto de "descerebrados" que un día se subieron al cerro Santa Lucía y decidieron fundar esta ciudad allá por 1504 encabezados por Pedro de Valdivia, extremeño enviado por un tal Francisco de Pizarro, y seguramente seguidor del Barsa y admirador de Messi (como diría Arturo Más)... O puede que no (como digo yo). El caso es que ahí llegaron los tipos, se subieron al cerro y venga, a fundar la ciudad, pero vamos, que eso seguro que cualquiera lo encuentra en Wilkipedia y es casi casi casi omitible, el caso, es que quinientos y pico años después aquí llego yo, con mis huestes (un par de amigos desperdigados por la ciudad) con la intención de erigirme en archiemperador conducal, prolífico ahijado de la ciudad, y superintendente de todas las culturas... O por lo menos, hacer lo que en España ya no se puede, que no es otra cosa que emprender y realizar lo proyectado.
Por el momento, la sensación es multiforme y llena de texturas diferentes, una especie de amalgama donde siempre está presente España, pero evolucionada y mezclada con un sinfín de influencias. Una tierra, cien mil veces más abrupta y allá donde mires, más salvaje, mucho más telúrica y llena de energía (esto es muy de Iker Jiménez) y un lugar en definitiva, donde sientes que se puede correr y que aún hay mucho por hacer... Esa sensación de cerrar los ojos y no ver el techo cuando sueñas con algo...
No se si me entendéis... cachái?
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