martes, 17 de diciembre de 2013

De Bar en Bar (Sólo para iniciados)

Así que sí había crisis, exótica, rimbombante o definitiva, agorera, despreciable o definida, imperturbable o exagerada. El caso es que el ministro de economía debería de dimitir, ya que dijo que no había crisis en un debate televisado. Pero no podenmos desprendernos de tal joya. No en una España tan "pro-todo" somos pro gaza, fuimos pro irak y puede que un día seamos pro España. que sí, que no, que hay paro, que no lo hay, que leña al mono, que absenta y solución, o disolución en absenta (experimento a probar). El caso es que de bar en bar veo lo mismo, gente que chui chui, que bla bla, y gente que asiste estupefacta al despropósito espeluznante de la gestión del capitalismo. "Cambiemos de sistema" dicen los antisistema, que asisten con sus pañuelitos a toda manifestación que signifique poder gritar "ME CAGO EN LA PUTA". Pero bueno, no nos salgamos de los cánones establecidos, que el ministerio de igualdad me tildaría de sexista. Me pregunto si me darían un ministerio, el de demagogia y corrupción, sí señores, seamos claros, habría que institucionalizarlo, "como es lo habitual" dicen algunos, pues nada, si es habitual y un uso, que se convierta en ley, o en decreto ley o en orden ministerial del propio ministerio recién creado... En fin, que lo aceptamos, que aquí no pasa nada. Que aquí lo importante es si Cristiano Ronaldo viene o no a jugar al Real Madrid. En tanto en cuanto me pregunto, ¿por qué no hacer un ministerio de iniciativa empresarial? No es broma, un ministerio que fomente la creación de riqueza. O un ministerio de Fomento, pero en serio, no uno que adjudique bajo cuerda. O un ministerio de lo Paranormal, que suena innovador, como las inversiones o inmersiones del Gobierno en todo ámbito relacionado con las obras públicas que misteriosos hombrecillos invisivles se empeñan en destruir. Así que riamos y sigamos de Bar en bar comentando la jugada, siempre que no establezcan un ministerio del botellón. Por qué no nos manifestamos en contra del garrafón, o de los matones en las puertas, porque nos pegarían con porras razonablemente incluidas en los maravillosos presupuestos generales del estado, toda una obra de ficción, no como mis novelas de vampiros. 

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