martes, 17 de diciembre de 2013

Psicoterapia Risística

Se me acaba de perder un texto de reflexión del verano, muy divetido sobre los cafés, y de la sonrisa de mi copropietaria... Les pido disculpas y les emplazo a leer mi siguiente nota que hablará sobre cualquier cosa que se me ocurra y que espero que tenga algún sentido. A pesar de todo, a ustedes, mis queridos lectores, les recomiendo que dejen de beber café en verano, porque la conclusión a la que llegaba es que era algo absurdo porque nos recordaba que no estábamos de vacaciones, en especial si se pide cortado y una corbata de nudo gordo porque queda "más mejor", que una de nudo fino ahoga nuestro cuello mientras la tensión arterial nos recuerda que alienarnos no es tan difícil a veces. Pero no nos pongamos trascendentales, que de escritos con tópicos mediocres está el FB lleno. En fin, que a pesar de todos los avances tecnológicos estaba yo etiquetando a Don Alfonso de la Lastra en mi nota anterior cuando un click inconsciente del portátil de mi copropietaria me ha llevado directamente a su perfil, y ahí ha sobrevenido el caos. La coherencia del momento anterior ha sido abducida por un terremoto emocional y angustiante que sólo ha servido para certificar lo evidente, mi escrito riso-terapeutico había desaparecido. La ira ha llenado mi ser, y dos señoras que pasaban por la calle han escuchado un gutural y prehistórico grito que provenía de lo más profundo de mis entrañas y han pensado que se trataba de un crimen, aún por cometer, con ellas de víctimas inocentes, o no tanto... En esto que se ha presentado la policía en mi casa preguntando por un tal Leopoldo García (de profesión asesino, he pensado yo) que había proferido insultos y amenazas (en grado de tentativa he pensado yo, porque no había acabado mi frase...) y que había conseguido que el mismísimo chu-lin levantara la cabeza con lo que había despertado de su siesta a algún juez de alguna audiencia y que eso no se podía permitir. En ese mismo instante, mi vecina se ha asomado a la puerta y ha dicho que ella también lo había escuchado y me ha mirado severamente al tiempo que ofrecía algo de beber a los policías, en especial al más alto de ellos, que tenía un aire de lo más contundente en su expresión y que por cuello tenía un dispensador de gestos de tensión de película de depués de comer. Los policías, que en ese momento me miraban incrédulos ante mi explicación de que yo no era Leopoldo García, sino un primo de Paula Vázquez (que cada día está más delgada, y que parece que sigue en la isla de supervivientes) me han pedido que me pusiera a bailar, y claro, no he podido negarme, pero eso sí, les he pedido que me dejaran tomar antes un café (por muy absurdo que parezca, he pensado yo)

No hay comentarios:

Publicar un comentario