martes, 17 de diciembre de 2013

Duda (de postre sonetos)


Ralentizando motores, que los clics se vuelven absolutos según la hora, de madrugada parecen románticos, pero a las nueve de la mañana suenan a hipertensión. La duda ofende, y se ofusca en un querer persistir siendo cuando ya debió haber desaparecido, es una constante social, sinónimo malentendido de inteligencia. Hablaba de la duda, sí, esa que por desconfianza nos hace releer las cosas, lanzar preguntas retóricas y temblar justo antes del triunfo absoluto. La duda neurótica nos atrapa, nos mete en una jaula de sinrazón y nos hace buscar allí donde no hay respuestas bajo el lema de "es sabio el que duda" y patochadas similares. La reflexión es importante, la duda constante es el paso previo al fracaso. ¿Cómo decir a alguien que veo que duda metódicamente y que no es mayeútico, ni socrático, sino inseguro? Sencilla fórmula, auspiciando su necesidad y comparándola con su necedad equilibraré la balanza justa de su merecimiento. Así, haciendo caso omiso de los consejos mal dirigidos, por ser tendenciosos y claramente malintencionados, me dirijo a los "dudosos" para proponerles que extingan de raíz el mal que les acosa. Ni Grecia, ni Roma, ni París, ni Londres, ni Berlin, ni Moscú... No hay más filosofía que la propia, no hay más moral que la elegida, y así propongo desmitificar el eterno problema del conocimiento, que es cuando éste hace de ti un ser sin voz individual.



La luz de la luna amaga misterios
que a veces yo mismo no se descifrar.
Veces que pude haber sido distinto
las mismas que quise cambiar.

Cejo en mi empeño, mundano y absurdo,
no pares, no quieres, no sabes ¿lo ves?
Si puedo, por tanto, escribirte unos
versos que solos se haran entender.

No es fria mi lucha y así necia causa
es querer transgredir la pura verdad,
no dudes buen noble, sí, dame pausa.

Un mismo objetivo en aquella playa,
el faro, la vida, tu risa y yo
buscando fortuna donde la haya.


¿Que no entiendes ya la palabra mi rey?
¿Que dudas acaso sobre mi pensar?
No es justo, ni ético y menos moral,
¿ignoras que todos sufrimos la ley?

Por eso te insisto, genial cualidad,
que aun pasen los años, tu triste vida,
o tengas a bien a la elegida
ya es tarde excelencia, vivo majestad.

No quieres oirme, menos compartir,
pero la magia existe, seguridad,
constancia, fe, y claro, saber vivir.

Enseño mi duelo para que aprendas
que no hay otro modo y seguro sabes
que el tiempo cura,si así lo aprovechas.

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